
Al llegar tú, le diste a mi vida el rayo de luz
que tiempo atrás había perdido.
Mi alma se alegró y volvió a cantar,
sintiendo que del arroyo seco
que se escondía en ella volvió
el agua a brotar.
Agua fresca de manantial cristalino para aplacar
la sed quemante de mi garganta.
Llegaste como el vuelo silencioso
y pausado de las mariposas en tiempo de primavera,
tocando con tus alas frágiles las fibras de mi más
hondo sentir.
Apareciste como puerto abierto y acogedor,
donde llegan los barcos perdidos, las gaviotas en
busca de sustento y amor.
Llegaste a mi, como estrella matutina, para guiar
mi camino y suavizar mi dolor.
Llegaste con tu ternura de niño
arruyar mi corazón.

amor
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